Si en 1931,
aunque en otro sentido, Edmund Husserl había defendido como método del
conocimiento “ir a las cosas mismas”[1], este
ir a las cosas mismas ya había sido adoptado por los hombres que formaron la
Institución Libre de Enseñanza en general y por Francisco Giner de los Ríos en
particular como método de aprendizaje y de Enseñanza. Tal como dejaron escrito
en el Boletín de la Institución Libre de Enseñanza al crear la “Sociedad para
el estudio del Guadarrama” y frente a las vías indirectas de conocimiento, las
bases del excursionismo llevaban “a estudiar la naturaleza en el medio de
ella; la industria, dentro de las fábricas; el arte, ante os monumentos; la
geografía, recorriendo la tierra; la historia, en los archivos y museos, y aun
en los sitios en que tuvieron lugar los acontecimientos; la sociología,
hablando y viviendo con las gentes”.[2] En el
espíritu de los hombres de la Institución Libre de Enseñanza había el claro convencimiento
de que el estudio de las diferentes disciplinas no debía ser meramente teórico,
de segunda, tercera o cuarta mano, sino que el que tuviera el estudio por
quehacer debía ir al conocimiento directo de las cosas que estudiaba,
promoviendo, como nunca antes se había hecho, la investigación científica como
única vía del avance y el progreso de las ciencias españolas. De este modo,
creían no sólo avanzar en cada una de las disciplinas particulares sino también
en el conjunto de los saberes, llevando a cabo la tan deseada regeneración del
España. No es, pues, sólo un ámbito científico el que aquí está en juego, sino
que lo que se pone en cuestión es el modo de hacer de España un país a la
altura de los vecinos del norte y de recobrar cierta posición de prestigio
dentro del panorama intelectual europeo. Regenerar la cultura y la
investigación científica es regenerar España. Es pues, un plan de regeneración
nacional.
Con este fundamento, convencidos de
que el conocimiento interdisciplinar era lo prioritario para llevar el proyecto
regeneracionista, Francisco Giner de los Ríos y sus compañeros de viaje de la
Institución Libre de Enseñanza, comenzaron a interesarse por las montañas de
Madrid, por sus paisajes, por su composición y por abrir al público el
conocimiento de estos lugares. En esto, estaba una concepción del paisaje que
englobaba no sólo las formas geográficas, sino que “los elementos o
componentes del paisaje –el relieve, la vegetación, el agua, el cielo, la
atmósfera, los animales, el hombre y sus
obras- formaban una unidad, o, como dice Giner, “un todo indivisible””[3]
Porque el hombre estaba incluido en el conocimiento geográfico y la geografía
es otro medio más para conocer al hombre. El hombre forma parte del paisaje y
está incluido en él de forma armónica, como parte de la naturaleza que es y a
la que está unido permanentemente. Partiendo de esta consideración
antropológica, el conocimiento de la geografía, de la Sierra del Guadarrama, es
el conocimiento del hombre, un hombre inescindible de la naturaleza. Por ello,
y como consecuencia lógica de este planteamiento, comenzaron a realizar
excursiones a la Sierra del Guadarrama un grupo de pioneros, siendo la primera
en el mes de julio de 1883, como recuerda Cossío en el discurso de inauguración
de la Fuente de los Geólogos en 1932: “El año que viene hará precisamente
medio que un amanecer del mes de julio de 1833 salía de Villalba por esta misma
carretera de Navacerrada un grupo de alumnos y maestros; todos a pie, con su
cayado y con su lío al hombro. Era la primera vez que la Institución acometía
la conquista de la sierra. Había ya visitado monumentos y ciudades, próximas y
lejanas; había deambulado por otras regiones de llanura y montaña; pero la
sierra, esta sierra, estaba todavía para ella inmaculada”[4].
Este primer viaje supone el inicio
de una serie de excursiones que se irán sucediendo y que permitirán ir
conociendo la hasta entonces absolutamente desconocida sierra madrileña y
sentando las bases de los posteriores avances en el conocimiento geográfico de
la península. La montaña estaba allí para su descubrimiento y conquista por
parte de estos hombres aventureros a la vez que especialistas en sus
respectivos campos como la geología. Además de Francisco Giner de los Ríos,
otras personalidades importantes en este proyecto son José Macpherson que fue
Presidente de la Sociedad española de Historia natural, fundada en 1871, y
colaboró desde el principio en las actividades de la Institución Libre de
Enseñanza y posteriormente Director de la Sociedad para el Estudio del
Guadarrama, creada a finales de 1886, o Salvador Calderón, doctor en Ciencias
en la rama de naturales y gran conocedor de la geología de su época.
Este tipo de planteamientos se
estaba llevando a cabo dentro de lo que se ha denominado como la modernización
de la geografía moderna, que tenía un enfoque eminentemente naturalista y que
había sido iniciado a principios del siglo XIX por Alexander von Humboldt y
Karl Ritter, que después había sido ampliado por los franceses como Élisée
Reclus o Paul Vidal de la Blanche y del que los geólogos y los miembros de la
Institución Libre de Enseñanza eran deudores. La tesis principal que en estos
pensadores se sostiene es que el conocimiento geográfico debe situarse muy
cerca del conocimiento naturalista, de ahí la importancia de las excursiones
para el conocimiento geográfico y natural del medio que se trata de comprender
y enseñar. Para estas excursiones se crearon unos cuestionarios que los
excursionistas debían rellenar durante sus visitas para, posteriormente, poder
exponer sus impresiones. Este método propulso una inquietud investigadora e
indagadora enfocada a la transmisión de lo observado que potenció el desarrollo
de todo un género dedicado a la explicación a modo de guía de los parajes
visitados.
El excursionismo llevó a estos
hombres a recorrer, paulatinamente, toda la Sierra del Guadarrama y a ir
creando instituciones y agrupaciones con los más ilustres componentes. Así, en
noviembre de 1886 se creo la ya mencionada Sociedad para el estudio del
Guadarrama, cuya junta directiva la formaron cuatro profesores de la
Institución Libre de Enseñanza, como son José Macpherson, Joaquín Sama, Ignacio
Bolívar y Francisco Quiroga que junto con otros veintidós socios fundadores
sentaron las bases del resto de organismos asociados al montañismo. También
tuvieron importancia los naturalistas asociados a la Junta para la Ampliación
de Estudios e Investigaciones Científicas, creada en 1907 por el Estado que
propició la concesión de numerosas pensiones que permitieron ampliar estudios
en el extranjero y traer de allí los conocimientos adquiridos para emplearlos
en la nueva geografía que se empezaba a practicar, que a su vez creo el Centro
de Estudios Históricos y el Instituto Nacional de Ciencias, organismos
fundamentales para el desarrollo profesional de estos investigadores.
Posteriormente y siempre conectados con la Institución Libre de Enseñanza y
bajo el magisterio de Francisco Giner de los Ríos, se creo la Sociedad
Peñalara, en octubre de 1913, que comenzó llamándose Peñalara-Los doce amigos,
de la que fue primer presidente Constancio Bernaldo de Quirós que, como
veremos, será fundamental para el conocimiento de La Pedriza del Manzanares.
Estas instituciones fueron el punto de
arranque de un tipo de conocimiento del entorno natural y de las regiones
naturales que ya era imposible contener. El ideario de estas instituciones
tenía como cometido realizar una labor de cultura y estudio del medio y no
solamente la práctica deportiva: “La Sociedad Peñalara se mantuvo así
especialmente atenta al componente cultural del excursionismo, a los variados
aspectos culturales implicados en el acercamiento a la naturaleza y al paisaje,
sin olvidad la dimensión científica del asunto”[5] Los
doce amigos integrantes de la Sociedad Peñalara ven en el guadarramismo una
fuente de rehechura del alma de España, tan dañada después del 98.
[1] HUSSERL, E. Meditaciones
cartesianas, Editorial Tecnos, Madrid, 2006.
[2] El texto mencionado,
perteneciente al BILE, ha sido entresacado del estudio preliminar de Octavio
Ruiz Manjón “Educación y paisaje en la España de comienzos del siglo XX”en
BERNALDO DE QUIRÓS, Constancio, Sierra Nevada, Caja General de Ahorros
de Granada, 1993. Página 14.
[3] ORTEGA CANTERO, N. Paisajes
y excursiones. Francisco Giner, La Institución Libre de Enseñanza y la Sierra
del Guadarrama. Raíces-Caja Madrid Obra Social, Madrid, 2001. Pág. 21.
[4] Ibid., páginas 292 y 293.
[5] [5] Ibid.,
página 269.
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