El concepto
griego aletheia ha cosechado gran eco a lo largo de la historia de la filosofía
y ha servido como apoyo a la explicación que del concepto de verdad se ha dado.
Como primera aproximación a una definición diremos que se traduce por des-ocultamiento,
des-velamiento. La búsqueda de la verdad, explicada a través de la aletheia,
será pues dar luz a lo oculto, a lo oscuro, a lo velado.
Uno de
los primero en afianzar este término fue Platón[1], en
el conocido “mito” o símil de la caverna. Lo que el esclavo ve en realidad son
reflejos, sombras que proyecta la luz lejana. Se desenvuelve en la
semioscuridad de su modo de aproximarse a las cosas, a los entes. Para dar luz
a su entendimiento, necesita volverse, girarse hacia la luz que causa las sombras.
Lo primero que encontrará será la luz artificial, de las antorchas. Pero no se
puede quedar ahí, debe seguir hasta encontrar la salida de la caverna y ver la
luz natural del sol. Este es el camino de la sombra a la luz, de la doxa a la
episteme. Así comienza el camino hacia el saber, en el peregrinar desde el
interior hasta el exterior. El movimiento no se detiene aquí, sino que debe
continuar el viaje, volviendo a la caverna para comunicar que el mundo de
sombras en el que sus congéneres viven no es el mundo verdadero, sino que el
conocimiento está fuera de las profundidades de la caverna. El camino de
regreso es el camino de la paideia, de la formación y de la educación del resto
de ciudadanos, un cambio en el modo de ver las cosas. En eso consiste educar,
en enseñar al resto a volver su alma hacia la luz que las ideas desprenden, en
mirar más allá de las cosas presentes, en desvelarlas y desocultarlas. Porque
el modo en que las cosas se le aparecen al hombre es un modo de ocultamiento,
de velamiento. Las cosas se presentan revueltas, ocultando su verdadero ser. El
proceso del conocimiento consistirá, pues, en desvelar el ser de lo ente. Por
eso la verdad es aletheia, porque es des-ocultamiento y des-velamiento, y la
búsqueda de la verdad consiste en andar el camino, paso a paso, de lo que las
cosas aparentan ser a lo que las cosas son. La esencia de la paideia se funda
en la esencia de la verdad. Buscar la verdad es una manera de des-encubrir, de
descubrir y desvelar.
Heidegger
recupera este modo de ver la verdad como aletheia. La no verdad es para el
ocultamiento y oscuridad. La verdad que busca el dasein está oculta y velada
por el modo en que las cosas se dan. La manifestación de la verdad como
revelación tiene detrás un ocultarse originario. De este ocultarse procede la
verdad:
“Justamente, mientras el dejar
ser deja ser al ente en la particular relación en que entra con su relacionarse
y así lo revela, justamente, entonces, vela al ente en su totalidad. El dejar
ser es así en sí al mismo tiempo un velar. En la libertad existente del Dasein
sobreviene así el oscurecimiento del ente en su totalidad”[2].
Es a través del ocultamiento
como se presentan los entes singulares y como la no verdad y la verdad se
relacionan.
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