El texto del que vamos a tratar forma parte del Informe a la UNESCO de la Comisión Internacional sobre la Educación
para el Siglo XXI, concretamente es
su capítulo 4. Esta comisión, presidida por Jacques Delors, publicó en 1996 un
informe en el que se establecían las pautas que
debían seguir los Sistemas Educativos de los países miembros de la Unión
Europea. Delors, presidente de la Comisión Europea entre los años 1985 y 1995,
fue uno de los mayores artífices de la construcción de la Unión Europea tal y
como hoy la conocemos, estableciendo, entre otros aspectos, el modelo económico
que Europa debía seguir para que la unión se llevase a cabo con éxito y el
proceso continuase a lo largo del nuevo siglo venidero. Es necesario tener en
cuenta este planteamiento para entender gran parte de las motivaciones que
originaron el informe en general y el capítulo en particular. Se trata de
establecer las condiciones necesarias para que el modelo económico que
fundamenta la Unión Europea pueda llevarse a cabo con las mayores garantías
posibles. Uno de esos fundamentos es la educación que los miembros de la Unión
han de recibir, siendo ésta un pilar básico para que el modelo productivo
funcione en el futuro. Por tanto, se trata de crear las condiciones necesarias
para los individuos de todos los países miembros reciban una misma formación en
sus aspectos generales, de manera que el sistema económico se nutra de esos
individuos formados a la imagen y semejanza de la Unión.
Como resumen del capítulo, Delors considera que el Sistema Educativo se
debe construir sobre cuatro pilares imprescindibles. En primer lugar, todos los
países deben proponer un Sistema Educativo que potencie la competencia de aprender
a conocer, es decir, que potencie la adquisición de los elementos
básicos de la comprensión de lo que nos rodea y de los instrumentos mismos del
saber. En segundo lugar, el Sistema Educativo debe desarrollar la competencia
de aprender
a hacer, de influir sobre el entorno propio de cada ciudadano,
potenciando así la formación profesional de todo aquel que pase por la escuela,
creando de este modo ciudadanos competentes en sus diferentes quehaceres. En
tercer lugar, se debe potenciar la posibilidad de aprender a vivir juntos
para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas, por
lo que, esta educación recibida permitiría, además, un aprovechamiento para
toda la vida tratándose de un aprendizaje para toda la vida y durante toda la
vida que tendría en cuenta siempre al otro y buscaría los objetivos comunes
hacia los que la sociedad debe tender. En cuarto y último lugar, el Sistema
Educativo debe tender a aprender a ser, es decir, a que el
individuo reciba todas las herramientas necesarias para su desarrollo personal
en todos los ámbitos del conocimiento, desde los más prácticos a los más
íntimos, y para la potenciación de la
creación de ciudadanos responsables. Estos cuatro pilares están fuertemente
ligados entre sí, siendo necesario el desarrollo de cada uno por completo para
el buen desarrollo de los demás.
Estas son, básicamente, las ideas expuestas a la comisión. Siguiendo este
camino, según el informe, se llegará a la formación de ciudadanos más
responsables y conscientes del valor la sociedad, del respeto a las normas que
entre todos nos damos e incentivará la participación ciudadana en los procesos
de libre decisión característicos del sistema democrático. Es innegable el
valor intrínseco de estos cuatro pilares para la formación de ciudadanos
libres, conscientes de su libertad, responsables y participativos en la
sociedad. Sin embargo, como he señalado más arriba, es necesario tener en
cuenta quien preside la comisión para poder comprender con qué fin están
diseñados estos protocolos de actuación. Si lo que está en juego es el propio
fututo de la Unión Europea, parece necesario crear las condiciones apropiadas
para que el camino esté lo menos bacheado posible. Es destacable el fuerte
lenguaje económico que se emplea a lo largo del capítulo, sobre todo en la
sección donde se explica cómo potenciar ese aprender a hacer del que hemos
señalado sus aspectos fundamentales, cómo es su vinculación al mercado de
trabajo y a la obtención de las competencias necesarias para desenvolverse con
soltura dentro de tan complicado, controvertido y manipulado mercado. Parecería
que, a lo largo de estas breves páginas, la disposición por parte de los
Estados para facilitar a sus ciudadanos estas competencias está construida
sobre la idea de inversión a cambio de beneficio futuro, facilitando unos
conocimientos que luego revertirán en el mantenimiento de ese modelo político y
económico. Cabría objetar que, si la educación va dirigida a la posterior incorporación
del que la recibe al mercado de trabajo, será el propio mercado de trabajo el
que dirigirá a los diferentes sistemas educativos en la dirección que les sea
más provechosa, quedando el ciudadano escolarizado en un segundo plano respecto
al fin para el que ha sido formado, es decir, constituyéndolo en mero medio
para la consecución de fines mucho más lucrativos. En definitiva, lo que aquí
ocurriría es que, como ha sido a lo largo de la historia, una minoría selecta y
adinerada marcaría la cualificación que su mano de obra ha de tener en cada
lugar desde la más tierna infancia y durante toda la vida, formando ciudadanos
útiles para el desarrollo del mercado de trabajo en particular y sistema
económico en general. Jacques Delors fue uno de los actores principales en la
consolidación del modelo económico que debía seguir la Unión Europea (hay que
recordar que, en sus orígenes y antes de cambiar a un nombre mucho más
políticamente correcto, se trataba de la Comunidad Económica Europea (CEE),
fruto de otras uniones comerciales como la CECA) y que los esfuerzos por
establecer una Constitución Europea que aúne otros ámbitos diferentes al
económico han sido baldíos, pues algunas potencias económicas de la Unión, como
Francia, la han tumbado en los parlamentos o en las urnas.
En resumen, sin desdeñar los buenos propósitos que estos cuatro pilares
proponen, donde, de cumplirse se llegaría a un nivel de formación ciudadana
nunca antes conseguido en la historia, se
pueden señalar ciertas fallas en la aplicación práctica de estos propósitos,
siendo aprovechados por los poderes establecidos para crear ciudadanos aprovechables para el sistema económico,
manteniendo el status quo y legitimando el actual orden de cosas.