miércoles, 31 de agosto de 2011

Filosofía y Literatura

 Lo que sigue no es más que un intento de dar respuesta a una serie de cuestiones que hoy en día están sobre la mesa y que en un mundo en el que parece que todo vale en cualquier disciplina en general y en filosofía en particular, merecen ser tenidas, al menos en cuenta. Merece la pena preguntarnos si el discurso filosófico clásico es el único modo de discurso que debe ser valorado a la hora de exponer los asuntos de los que la filosofía ha tratado. Merece la pena preguntarnos si la filosofía, con ese modo de discurso, ha conseguido aproximarse o dar una respuesta válida a qué sea eso de la condición humana y si, además, ha conseguido hacerse valer en un número considerable de personas o si más bien ha quedado reducida, gracias a  su opacidad, al requerimiento de esfuerzo por parte del lector que se sumerge en ella, a la paulatina eliminación y desvalorización dentro de nuestro sistema educativo, a la pereza y a la falta de utilidad que la gran mayoría encuentra en sus indagaciones, entre otras causas que se podrían señalar, ha quedado reducida decía, a la ocupación práctica y laboral de unos cuantos académicos que tienen que investigar y dar al público el resultado de su investigación a la vez que amamantan a los nuevos cachorros que, anhelantes de ejercer de Edipo, esperan su oportunidad para perpetuar la especie a costa de sus padres espirituales, al modo de Heidegger con Husserl. Merece la pena preguntarse si las respuestas que ha dado la filosofía han tenido en cuenta al hombre real, al que medita sobre asuntos considerados importantes y al que le “hierve la sangre” ante una presumible injusticia, ante la visión de la amante deseada o ante el descenso de categoría del club de fútbol que le hace levantarse cada mañana, hombre real que puede contener en sí mismo todas características al mismo tiempo sin que ello suponga una lucha de contrarios. Merece la pena que nos preguntemos, en definitiva, el papel de la filosofía al margen de cómo se transmita, del modo en cómo nos llegue.

Una posible respuesta, que no la única, es la que Ortega nos dice en ¿Qué es filosofía?, donde de un modo bastante obvio nos señala que el científico, antes que científico, es hombre y su ocupación en esta disciplina es una entre muchas otras ocupaciones. Como hombre se preocupa por el Universo, por reflexionar sobre él. No hay que hacer meta-física sino ante-física, ya que la filosofía es una cosa inevitable. La ciencia opera de lo particular a lo general. La filosofía, en su comprensión del Universo, debe partir de todo lo que hay para llegar a cada una de las partes que componen el todo y su relación entre ellas. El Universo es todo lo que hay, señalando aquí la diferencia entre lo que hay y lo que existe. Por eso la filosofía se embarca en la búsqueda de algo que ignora absolutamente. Lo que habrá que tener en cuenta ahora es el modo en cómo el hombre realiza esa búsqueda, el método que sigue.

Otra respuesta, y teniendo presentes las palabras de Ortega, puede ser que este hombre, único ser capaz de preguntarse por el Ser, se aproxime a dar respuesta a qué es el ser o a si podemos hablar con sentido de algo así como la condición humana desde la ficción, desde la historia inventada para atender a los arquetipos que nos sirven de esquema para comprender a los otros y a nosotros mismos. En esto consiste la literatura, en el experimento mental que realiza un autor para indagar en el modo de comportamiento humano, el modo que tiene de conocer y de sentir, de vivir en definitiva. La literatura ha estado emparentada desde siempre con la filosofía como puede comprobarse con Homero, Sófocles, Dante, Cervantes (¿no es acaso Alonso Quijano el mayor exponente de filósofo cuando se subía a lomos de Rocinante embutido en la armadura de Don Quijote?), Swift, Borges, Camus, Sabato u Onetti por citar sólo a unos pocos. Los autores citados trataron de expiar al hombre desde su intimidad, desde dentro de su alcoba, cuando nadie los veía, cuando no actuaban para otros, mostrando así su visión de los modos posibles del darse del hombre.

Sobre esta última visión quiero poner el acento. La literatura como modo de explicación de la realidad humana, como ensayo (prueba y error) para llegar al conocimiento de cómo nos comportamos y cómo conocemos, qué nos mueve, qué nos hace actuar e inclinarnos por unas opciones en lugar de otras. 

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