jueves, 30 de diciembre de 2021

DEFENSA Y CONTRATAQUE DE LA FILOSOFÍA


    Ante el ataque y agravio que la LOMLOE supone para la Filosofía, (no solo como asignatura, la filosofía no es una asignatura más) la comunidad filosófica, en su práctica totalidad, ha salido al espacio público a poner de manifiesto su absoluto rechazo a lo que en ella se propone. La defensa inicial ha sido exigir,  como mínimo, UN CICLO DE TRES AÑOS DE ENSEÑANZAS FILOSÓFICAS EN 4º DE LA ESO (2 HORAS A LA SEMANA EN ÉTICA Y LA OPTATIVIDAD DE LA FILOSOFÍA CON 2 HORAS A LA SEMANA), 1º (4 HORAS A LA SEMANA EN FILOSOFÍA) Y 2º (4 HORAS A LA SEMANA HISTORIA DE LA FILOSOFÍA Y 2 HORAS A LA SEMANA DE PSICOLOGÍA) DE BACHILLERATO.

    Pero, como la aprobación de la ley es inminente y la disposición a modificarla por parte del Secretario de Estado es nula, no queda más remedio que contratacar.

    Como lo que está en juego es la respuesta a la pregunta por ¿por qué es necesario un sistema educativo y qué fines debe perseguir?, y la filosofía es un saber radical que debe tender, entre otras cosas, a la transformación y mejora de las condiciones de vida de las personas, debemos tomar la palabra y recuperar el espacio que nos hemos ido dejando arrebatar por la pedagogía y demás gurús que elaboran los programas educativos. El ataque de la filosofía consistirá en cuestionar lo que hay para cambiar, lo que no funciona.

    En primer lugar, se hace necesaria una reducción de horas de Lengua y Matemáticas (entre otras) en el currículo. La mayoría de los estudiantes de ESO, cuando acaban, apenas salen sabiendo sumar y restar, y multiplicar y dividir con calculadora en lo concerniente a las matemáticas. Respecto a la Lengua, apenas salen sabiendo leer y escribir a duras penas, sin capacidad para leer reflexivamente un texto, sacar conclusiones y plasmarlas en un escrito coherente.  Desde primaria, se reservan 5 horas semanales a estas asignaturas para obtener tan pobres resultados. Esas horas deben ser ocupadas por la filosofía, que debe encargarse de impartir una asignatura obligatoria de lógica y otra de filosofía del lenguaje.

    En segundo lugar, es imprescindible la presencia de una asignatura de Ética obligatoria en todos los cursos de la ESO, con una programación de saberes acumulativos de Ética y Política que recojan un aumento progresivo del conocimiento impartido desde 1º a 4º.

    Por último, la Filosofía debe ser el eje vertebrador de toda la enseñanza secundaria y bachillerato. Sin reflexión sobre cada una de las asignaturas no hay comprensión de lo que en ellas se imparte. Sin comprensión de lo impartido, no hay aprendizaje. Sin aprendizaje, el sistema educativo pierde su sentido si lo que éste busca es, precisamente, formar personas con conocimientos y capacidad de resolver problemas de la vida real. Si su intención es otra, habrá que ponerlo de manifiesto y denunciarlo. 

    Pero la cosa no quedará ahí. Las reivindicaciones de vertebración deben llevarse a la primaria, donde es fundamental educar a los niños más pequeños en la reflexión, el debate dialogado y la capacidad de expresar con coherencia aquello que piensan.

    Para ello, también es necesario reclamar enseñar Lógica de igual manera en que se enseñan las matemáticas,. Igual que el niño entiende que 2+2=4 no se refiere a nada concreto y que tanto 2 como 4 son variables sustituibles por “2 sillas”, “2 personas”, “2 caramelos”… puede entender que si p entonces q, si se da p, se tiene que dar q y que p puede representar “llueve”, “hace frío”, “no estudio”… y q hacerlo con “el suelo se moja”, “cojo el abrigo”, “suspendo”... Cuanto antes quede esto claro, mejor para todos. Lo mismo para la estructura de las fórmulas bien formadas y las que no o falacias. Se puede estructurar un curso con infinidad de ejercicios donde se trabajen estos contenidos.

    Además, al igual que se aprende a realizar análisis morfológicos y sintácticos, se puede enseñar en qué consiste el sentido o la referencia de una palabra, por ir a lo más sencillo, análisis pragmático del lenguaje relacionando significado y acción o teoría de la interpretación. Rápidamente se pueden elaborar materiales y “libros de texto” a tal efecto.

    Si lo urgente es impedir que la Ley Educativa LOMLOE salga tal como aparece en el borrador, nuestra labor y nuestro compromiso no pueden quedarse solo ahí, hasta enero. Batallaremos para que esto no se convierta un posible pan para hoy y un nos vemos en la próxima ley educativa. Incluiremos a toda la ciudadanía en nuestra reivindicación (ya que esto es un problema social, no gremial como se ha intentado señalar). Si lo que encontramos en la actualidad son personas que nada leen, o que solo lo hacen de betsellers o de cuestiones completamente ajenas a “lo propio de los filósofos”, dirigiremos a ellos nuestra palabra. No solo el aula, sino también la plaza.

 

Humanidades y Ciencias


Aunque debiera ser un debate superado, como el debate de si predomina la razón o el sentimiento, o el de la mente o el cuerpo, etc., volvemos una y otra vez, en un eterno retorno de lo mismo, a tener que justificar la presencia de las humanidades en los sistemas educativos. El debate, muy simplista en su origen, supone que hay una diferencia radical entre las disciplinas del campo de las humanidades y las del campo de las ciencias, tanto en su forma de estudio como en su relevancia social, concediendo mayor importancia a las ciencias, claro está, que a las humanidades. El debate es simplista porque está fundamentado en un error categorial, a saber, que la interpretación del mundo sólo admite una vía, que a la verdad sólo se llega a través de las ciencias, e incluso, que la verdad es una y es inmutable.

Sin embargo, desde aquí defendemos que la cosa no es tan sencilla. Ciencia y humanidades no son tan separables como nos quieren hacer creer. La realidad permite que nos acerquemos a ella de muchas formas diferentes, poniendo la mirada en aspectos particulares. Como decía Aristóteles, el ser se dice de muchas formas. Ante un paisaje, supongamos las maravillosas vistas que se pueden disfrutar desde “La bola del mundo” en Navacerrada, un geógrafo pondrá su atención en las formaciones montañosas, en la meseta que se divisa; un geólogo tendrá su atención en el tipo de roca que encuentra, en el proceso de formación de las montañas, en la tectónica de placas, etc.; un botánico andará distraído observando el tipo de plantas que allí se encuentran, escasas debido a la altitud; el músico seguirá la armonía del viento, andante, moderato o alegro según la intensidad con la que éste sople; el pintor verá una infinidad de matices de color; el astrónomo determinará la estación del año por la posición del sol o de la luna, el meteorólogo estudiará la temperatura, la presión atmosférica o la formación de las nubes que desde allí se divisan; el esquiador analizará la calidad de la nieve, o se lamentará por su ausencia; el filósofo, si de verdad lo es, es posible que experimente todas las situaciones descritas y muchas más y todos ellos experimentarán un pequeño e inexplicable nudo en el estómago mientras contemplan el paisaje. Todos ellos están mirando lo mismo pero no están viendo lo mismo. Cuantas más miradas incorporemos a nuestro aprendizaje, más veremos, mejores explicaciones encontraremos a lo que nos rodea.

Si lo expuesto anteriormente parece obvio, nos encontramos con un paulatino desprestigio del valor de las humanidades clásicas en el sistema educativo actual, dando preponderancia a los saberes prácticos que las ciencias nos aportan, bajo el presupuesto de que los estudios han de ser útiles para la vida. Realmente, lo que subyace a esta intención, no es más que la adecuación del sistema educativo a la ley de la oferta y la demanda. Hay que recordar que el sistema educativo, tal como hoy lo conocemos, tiene su origen a finales del siglo XVIII y se desarrolla durante el siglo XIX, alcanzando su apogeo en el XX y lo que llevamos de XXI. Está fundamentado en el pensamiento roussoniano, aunque esconde, como el paisaje de más arriba, sus diferentes interpretaciones. La que aquí defendemos es la de que el origen del sistema educativo va de la mano de tres aspectos fundamentales: la fundación de los estados-nación que necesitan armar un discurso que justifique la creación de dichos estados para que llegue a toda la población que lo compone; la expansión del sistema capitalista de producción, que necesita cualificar a sus futuros empleados para que puedan llevar a cabo los trabajos que redunden en el beneficio de los oligarcas del momento, haciendo de la propia escuela una factoría más, una producción en cadena de mano de obra dócil y eficiente; la democracia liberal como forma de gobierno, que necesita la transformación del súbdito en ciudadano, sujeto conocedor de sus propios derechos y deberes.

Según cada momento histórico, las humanidades han ocupado un lugar u otro en los sistemas educativos. A medida que se ha ido desarrollando el capitalismo ha sido necesarios especializar los saberes, dando mayor importancia a los saberes científico-técnicos frente a los humanísticos, ya que el sistema necesita o bien mano de obra especializada en el desarrollo de actividades cualificadas concretas para el continuo progreso y un aumento paulatino del beneficio (el extrañamente llamado crecimiento, imprescindible para el mantenimiento del modelo económico) o bien de mano de obra no cualificada que ejecute mecánicamente los trabajos que no han podido ser supeditados a la máquina. Por ello, se ha ido prescindiendo de todo el armazón que las humanidades proporcionan a las mentes humanas, despojándolas de la capacidad crítica para convertirse en un utensilio más, en un recurso más. Las humanidades hablan de la persona como agente del conocimiento, implican todos los aspectos de esos conocimiento. Al igual que Newton era considerado un filósofo natural en lugar de un científico o Descartes no era considerado matemático sino filósofo, reivindicamos un modelo donde las parcelas de conocimiento no estén en compartimientos estanco sino interrelacionadas, donde las posiciones interesadamente enfrentadas, humanidades vs ciencias, se reconcilien y firmen un acuerdo de mutua colaboración. Si esto se llega a producir, si se produce un trabajo interdisciplinar, rápidamente veremos crecer jugosos frutos sobre robustas raíces. Y esto solo es posible incluyendo una asignatura de Filosofía de la Ciencia obligatoria para todos los estudiantes de la ESO y Bachillerato.

martes, 14 de diciembre de 2021

CONTRA "CONTRA LA DEFENSA (GREMIAL) DE LA FILOSOFÍA"

 El pasado 11 de diciembre se publicó un texto en el periódico digital The objective, que lleva por título "Contra la defensa (gremial) de la filosofía" que puede leerse en el enlace :

https://theobjective.com/elsubjetivo/zibaldone/2021-12-11/contra-la-defensa-gremial-de-la-filosofia/

El artículo busca más la polémica (que se hable de ello)  que argumentar contra la defensa “gremial” de la filosofía.  Lo que se “argumenta” sobre la filosofía en secundaria o bachillerato se puede decir de todas y cada una de las asignaturas del currículo, por ejemplo, cuando señalan “Que a un jovencito confuso le dé clases un Merlí (entiendo que esto es una connotación peyorativa del personaje) no quiere decir que después vaya a convertirse en un gran ensayista” puede reconvertirse en “que a un jovencito confuso le dé clase un Roger Penrose no quiere decir que después vaya a convertirse en un gran físico matemático” y así con la literatura, la economía, etc.  No creo que nadie del gremio de profesores de ESO y Bachillerato, a estas alturas, confunda la filosofía (buena o mala) con las asignaturas que se imparten en los sistemas educativos. Una cosa es la disciplina  y otra bien distinta cómo se aborda o se traduce la disciplina por parte del Ministerio o de las distintas comunidades autónomas. También esto es aplicable al resto de materias del currículo.

Por otro lado, que haya que reconsiderar el contenido de lo que se imparte en Historia de la filosofía, por ejemplo, y el modo en el que el profesor se ve obligado a impartirla por los parámetros (impuestos por la normativa ministerial) que la prueba de acceso a la universidad fija,  no quiere decir que su reforma pase por su desaparición o su eliminación de los currículos académicos.  También podríamos hablar del sentido del resto de asignaturas que componen el currículo de ESO y Bachillerato. Lo que ocurre es que eso es otra cuestión, que tiene más que ver con una discusión profunda de los fundamentos del sistema educativo y los fines que persigue que con la idea de si esta o aquella asignatura es realmente provechosa para el alumno que la cursa. Siendo analíticos y críticos, no podemos mezclar categorías diferentes para no incurrir en errores categoriales, por ejemplo, defensa de la Filosofía (¿así, en mayúscula, filosofía pura, buena, verdadera filosofía?) frente a una defensa gremial de la filosofía (¿defensa del puesto de trabajo del profesor de filosofía (como si fuera la de los trabajadores del metal en Cádiz), a los que, importándoles un carajo la FILOSOFÍA, solo buscan mantener su empleo, siendo la Filosofía un mero medio para su miserable fin, acomodados en su garbancero quehacer “prostitutivo” de la sacra Filosofía?) que parece que solo mezclan los autores del artículo.

Bien: ha habido, hay y habrá Filosofía por y a pesar de la Academia (la platónica y la actual de universidades e institutos). La Filosofía es independiente de la Escuela y de la Academia. No está de más, pese a esto, defender o exigir la existencia de instituciones donde se produzcan y promuevan las actividades propias de la Filosofía (o de cualquier otro ámbito del saber). De hecho, la Filosofía española ha sufrido como pocos países europeos la ausencia del amparo de esas instituciones, pues la universidad ha acogido más teología que Filosofía hasta casi finales del s. XX. En definitiva, la Filosofía no nos necesita ni a los autores de este artículo, ni a mí, ni a Adán para darse.

Entrando en la necesidad o no de la enseñanza filosofía en la ESO y Bachillerato, también hay que extremar el cuidado argumental, no sea que los argumentos que utilicemos para justificar la no necesidad de la filosofía en la secundaria, acaben sirviendo para justificar la desaparición de todas las asignaturas del sistema educativo y, con ello, la desaparición del derecho a la educación pública, gratuita y de calidad que tan reciente es en nuestro país (cuestión que cuenta con muchos adeptos en la actualidad).

Los autores del artículo señalan que en la asignatura Historia de la filosofía, con esa lista de nombres lejanos, no asegura ni mucho menos la buena salud y fecundidad de la disciplina, dando a entender que en las asignaturas de ciencias o matemáticas no se encuentra un componente historicista (se va al grano y se quita la hojarasca de la historia y el autor, fuera el cuándo, el dónde y el quién para quedarse solo con el qué y el cómo) y que la historicidad es el componente esencial de las asignaturas de filosofía. No es cierto. Esa afirmación solo pone de manifiesto el desconocimiento que los autores tienen de la actual reivindicación del “gremio” de profesores de filosofía de ESO y Bachillerato del que sí están dispuestos a escribir. Únicamente hay carácter histórico en la asignatura de 2º de Bachillerato que, curiosamente, lleva por nombre HISTORIA de la filosofía y que ha vuelto a ser incluida como materia troncal y obligatoria para todos los alumnos que cursen dicho nivel (otra cosa es la discusión sobre el número de horas que debe tener a la semana). No es eso lo que está en la reivindicación. Tanto la ética (en sus diferentes denominaciones) de 4º de la ESO (también la asignatura de Valores Éticos en 1º, 2º y 3º de la ESO) como la asignatura de Filosofía de 1º de Bachillerato (también la optativa de 4º de ESO) como la Psicología de 2º de Bachillerato atienden a aspectos sistemáticos y no históricos. En la asignatura de Ética se trabaja desde el cuestionamiento de conceptos como “Libertad”, “Justicia”, “Individuo”, “Sociedad”, “Autonomía-Heteronomía” “Derecho”, “Deber”, “Norma”, “Ley”, “Democracia”, “Ser humano”, “Humanidad”, y un largo etcétera. Desde ellos, se reconstruyen, casi a la manera del Menón, su modo de darse en nuestra sociedad actual, su importancia o falta de ella, su fundamentación. En la asignatura de Filosofía, tal como establecen las últimas leyes educativas, se tratan problemas y conceptos organizados en bloques temáticos: la pregunta por la filosofía y su sentido, la pregunta por la realidad (metafísica), por la posibilidad de conocerla (epistemología), la pregunta por el que pregunta (antropología)…Basta con mirar las Competencias, los Objetivos, los Estándares y los Criterios (ítems que pueden y deben ser revisados, criticados, reelaborados, cuestionados) recogidos en la Ley para confirmar que el carácter histórico brilla por su ausencia. Conceptos y teorías están a la base de las asignaturas vinculadas a la filosofía. Los autores no solo desconocen la reivindicación sino también el currículo actual en lo concerniente a la disciplina.

También dicen que los profesores, cuando se acomodan, no investigan, (¿claro ejemplo de un argumento (falacia) Ad Hominem?) convirtiéndose en (¿perversos?) desapasionados funcionarios de la materia que nada hacen por elaborar nuevos argumentos, (¿nuevas filosofías que pasen a la historia del pensamiento?) e ideas originales. Extrapolándolo a otras asignaturas: ¿Es el profesor de secundaria  de artes plásticas un artista?, ¿debe serlo?; ¿Es el profesor de secundaria de historia un historiador?, ¿Debe serlo?; ¿Elabora el profesor de secundaria de Física nuevas teorías físicas?, ¿Debe hacerlo?; ¿Es el profesor de secundaria  de matemáticas un productor de nuevos teoremas o un mero transmisor de los ya existentes? Que lo sea, aunque es un ideal al que se debe tender por principio (¿idealismo?), no es lo que lo define. El profesor de secundaria y bachillerato de filosofía tiene como cometido específico transmitir los conocimientos de la materia a sus alumnos y despertar en ellos, entre otras cosas y en la medida de lo posible, un interés apasionado por estas cuestiones que vaya más allá del mero resultado en la nota final. Desempeñan un rol específico dentro del sistema educativo. Es su obligación (laboral, contractual) cumplir con su función de transmitir los contenidos de su disciplina a los alumnos a los que ampara el derecho a la educación. Para eso están y ese es el motivo por el que reciben una remuneración económica. Lo demás, entra dentro del ámbito privado del personal docente.

Que sea verdad que, según dicen ustedes sobre una apreciación puramente subjetiva, no investiguen (acomodados como están en su funcionariado funcional) podría tener mucho que ver con el diseño de la jornada laboral del profesorado de secundaria. En la universidad, el profesor tiene repartida la jornada laboral en horas de docencia e investigación (esta última, cada vez más imposible pues se han aumentado las cargas de trabajo burocrático). Las horas de docencia universitaria son menos en comparación con las de ESO y  Bachillerato porque tienen una parte de su jornada, al menos formalmente, para la investigación. En la enseñanza media (el convenio de la educación privada aumenta todavía más las horas lectivas y de permanencia en el centro) el horario semanal del profesorado como funcionario se compone de 37,5 horas semanales que se desglosan en 30 h de obligada permanencia en el centro y 7,5h (de casa) para los deberes inherentes a la labor docente: preparación de clases, corrección de exámenes, etc. Las 30h de permanencia en el centro se desglosan en horario regular de 28 h equivalente a 30 periodos y horario no regular (claustro, evaluaciones, Consejo Escolar…) de 2 horas. Las 28 horas de horario regular se desglosan, con carácter general, en horario lectivo (con grupos de alumnos) de 20 periodos y horario complementario de 10 periodos (guardias, tutorías con padres, apoyo a Jefatura  de Estudios…) Es decir, la jornada se va sin contemplar ni un minuto a la investigación. A ello hay que sumar los diferentes cursos de formación que las comunidades autónomas exigen para la remuneración de trienios y sexenios que hay que realizar anualmente de forma obligatoria se quiere recibir ese complemento. Por no hablar de los problemas de toda índole y seriedad de los alumnos que, en función del grado de implicación de cada uno de los profesores, acaban llegando también al domicilio del docente. Aun así, gran parte del profesorado de enseñanzas medias realiza labores de investigación, elabora artículos, escribe libros, participa en eventos de carácter divulgativo en diferentes foros…todo ello, claro está, de forma totalmente altruista. Podría presentar una lista extensa, con nombres y apellidos, que pondría en entredicho esa afirmación que tiene más de opinión arbitraria que de argumento fundamentado.  Pero, los autores de este escrito exigen más al profesorado.

En fin, he leído y releído el artículo intentando encontrar algo de verdad en él y, francamente, no he dado con ella. Lo titulan “Contra la defensa (gremial) de la filosofía” pero, con ambigüedad pasmosa, la acaban medio defendiendo medio atacando si se contrapone a una defensa (la de verdad, la buena, la propia de los filósofos de pedigrí) de la Filosofía. Hay más opinión infundada que argumentación fundamentada. Hay, a mi modo de ver, más afán de aparecer, de aprovechar el escaparate, de fabricarse un espacio, de provocar, de llamar la atención, de irrumpir en la fiesta sin la invitación correspondiente, que de llegar hasta el final de lo que se sostiene. La cuestión es mucho más simple:

Para beneficio de todos, ¿Debe haber sistema educativo público y gratuito para todos? O bien respondemos sí o bien respondemos no. Yo digo sí. ¿Debe haber ética, filosofía e historia de la filosofía como un ciclo que abarque el último curso de la enseñanza obligatoria y los dos cursos del bachillerato? O sí o no. Yo, por beneficio de todos, digo sí. Solo habiendo este ciclo podremos discutir si se imparte de un modo u otro, si se incluyen unos contenidos y otros. Para discutir el modo de darse la filosofía, la filosofía debe darse dentro de los planes de estudio de ESO y Bachillerato. Todo lo demás, hueridad.


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  Vamos a prestarle atención a una frase que Herbert Marcuse nos regala en una obra que lleva por título El hombre unidimensional escrita ...