martes, 14 de diciembre de 2021

CONTRA "CONTRA LA DEFENSA (GREMIAL) DE LA FILOSOFÍA"

 El pasado 11 de diciembre se publicó un texto en el periódico digital The objective, que lleva por título "Contra la defensa (gremial) de la filosofía" que puede leerse en el enlace :

https://theobjective.com/elsubjetivo/zibaldone/2021-12-11/contra-la-defensa-gremial-de-la-filosofia/

El artículo busca más la polémica (que se hable de ello)  que argumentar contra la defensa “gremial” de la filosofía.  Lo que se “argumenta” sobre la filosofía en secundaria o bachillerato se puede decir de todas y cada una de las asignaturas del currículo, por ejemplo, cuando señalan “Que a un jovencito confuso le dé clases un Merlí (entiendo que esto es una connotación peyorativa del personaje) no quiere decir que después vaya a convertirse en un gran ensayista” puede reconvertirse en “que a un jovencito confuso le dé clase un Roger Penrose no quiere decir que después vaya a convertirse en un gran físico matemático” y así con la literatura, la economía, etc.  No creo que nadie del gremio de profesores de ESO y Bachillerato, a estas alturas, confunda la filosofía (buena o mala) con las asignaturas que se imparten en los sistemas educativos. Una cosa es la disciplina  y otra bien distinta cómo se aborda o se traduce la disciplina por parte del Ministerio o de las distintas comunidades autónomas. También esto es aplicable al resto de materias del currículo.

Por otro lado, que haya que reconsiderar el contenido de lo que se imparte en Historia de la filosofía, por ejemplo, y el modo en el que el profesor se ve obligado a impartirla por los parámetros (impuestos por la normativa ministerial) que la prueba de acceso a la universidad fija,  no quiere decir que su reforma pase por su desaparición o su eliminación de los currículos académicos.  También podríamos hablar del sentido del resto de asignaturas que componen el currículo de ESO y Bachillerato. Lo que ocurre es que eso es otra cuestión, que tiene más que ver con una discusión profunda de los fundamentos del sistema educativo y los fines que persigue que con la idea de si esta o aquella asignatura es realmente provechosa para el alumno que la cursa. Siendo analíticos y críticos, no podemos mezclar categorías diferentes para no incurrir en errores categoriales, por ejemplo, defensa de la Filosofía (¿así, en mayúscula, filosofía pura, buena, verdadera filosofía?) frente a una defensa gremial de la filosofía (¿defensa del puesto de trabajo del profesor de filosofía (como si fuera la de los trabajadores del metal en Cádiz), a los que, importándoles un carajo la FILOSOFÍA, solo buscan mantener su empleo, siendo la Filosofía un mero medio para su miserable fin, acomodados en su garbancero quehacer “prostitutivo” de la sacra Filosofía?) que parece que solo mezclan los autores del artículo.

Bien: ha habido, hay y habrá Filosofía por y a pesar de la Academia (la platónica y la actual de universidades e institutos). La Filosofía es independiente de la Escuela y de la Academia. No está de más, pese a esto, defender o exigir la existencia de instituciones donde se produzcan y promuevan las actividades propias de la Filosofía (o de cualquier otro ámbito del saber). De hecho, la Filosofía española ha sufrido como pocos países europeos la ausencia del amparo de esas instituciones, pues la universidad ha acogido más teología que Filosofía hasta casi finales del s. XX. En definitiva, la Filosofía no nos necesita ni a los autores de este artículo, ni a mí, ni a Adán para darse.

Entrando en la necesidad o no de la enseñanza filosofía en la ESO y Bachillerato, también hay que extremar el cuidado argumental, no sea que los argumentos que utilicemos para justificar la no necesidad de la filosofía en la secundaria, acaben sirviendo para justificar la desaparición de todas las asignaturas del sistema educativo y, con ello, la desaparición del derecho a la educación pública, gratuita y de calidad que tan reciente es en nuestro país (cuestión que cuenta con muchos adeptos en la actualidad).

Los autores del artículo señalan que en la asignatura Historia de la filosofía, con esa lista de nombres lejanos, no asegura ni mucho menos la buena salud y fecundidad de la disciplina, dando a entender que en las asignaturas de ciencias o matemáticas no se encuentra un componente historicista (se va al grano y se quita la hojarasca de la historia y el autor, fuera el cuándo, el dónde y el quién para quedarse solo con el qué y el cómo) y que la historicidad es el componente esencial de las asignaturas de filosofía. No es cierto. Esa afirmación solo pone de manifiesto el desconocimiento que los autores tienen de la actual reivindicación del “gremio” de profesores de filosofía de ESO y Bachillerato del que sí están dispuestos a escribir. Únicamente hay carácter histórico en la asignatura de 2º de Bachillerato que, curiosamente, lleva por nombre HISTORIA de la filosofía y que ha vuelto a ser incluida como materia troncal y obligatoria para todos los alumnos que cursen dicho nivel (otra cosa es la discusión sobre el número de horas que debe tener a la semana). No es eso lo que está en la reivindicación. Tanto la ética (en sus diferentes denominaciones) de 4º de la ESO (también la asignatura de Valores Éticos en 1º, 2º y 3º de la ESO) como la asignatura de Filosofía de 1º de Bachillerato (también la optativa de 4º de ESO) como la Psicología de 2º de Bachillerato atienden a aspectos sistemáticos y no históricos. En la asignatura de Ética se trabaja desde el cuestionamiento de conceptos como “Libertad”, “Justicia”, “Individuo”, “Sociedad”, “Autonomía-Heteronomía” “Derecho”, “Deber”, “Norma”, “Ley”, “Democracia”, “Ser humano”, “Humanidad”, y un largo etcétera. Desde ellos, se reconstruyen, casi a la manera del Menón, su modo de darse en nuestra sociedad actual, su importancia o falta de ella, su fundamentación. En la asignatura de Filosofía, tal como establecen las últimas leyes educativas, se tratan problemas y conceptos organizados en bloques temáticos: la pregunta por la filosofía y su sentido, la pregunta por la realidad (metafísica), por la posibilidad de conocerla (epistemología), la pregunta por el que pregunta (antropología)…Basta con mirar las Competencias, los Objetivos, los Estándares y los Criterios (ítems que pueden y deben ser revisados, criticados, reelaborados, cuestionados) recogidos en la Ley para confirmar que el carácter histórico brilla por su ausencia. Conceptos y teorías están a la base de las asignaturas vinculadas a la filosofía. Los autores no solo desconocen la reivindicación sino también el currículo actual en lo concerniente a la disciplina.

También dicen que los profesores, cuando se acomodan, no investigan, (¿claro ejemplo de un argumento (falacia) Ad Hominem?) convirtiéndose en (¿perversos?) desapasionados funcionarios de la materia que nada hacen por elaborar nuevos argumentos, (¿nuevas filosofías que pasen a la historia del pensamiento?) e ideas originales. Extrapolándolo a otras asignaturas: ¿Es el profesor de secundaria  de artes plásticas un artista?, ¿debe serlo?; ¿Es el profesor de secundaria de historia un historiador?, ¿Debe serlo?; ¿Elabora el profesor de secundaria de Física nuevas teorías físicas?, ¿Debe hacerlo?; ¿Es el profesor de secundaria  de matemáticas un productor de nuevos teoremas o un mero transmisor de los ya existentes? Que lo sea, aunque es un ideal al que se debe tender por principio (¿idealismo?), no es lo que lo define. El profesor de secundaria y bachillerato de filosofía tiene como cometido específico transmitir los conocimientos de la materia a sus alumnos y despertar en ellos, entre otras cosas y en la medida de lo posible, un interés apasionado por estas cuestiones que vaya más allá del mero resultado en la nota final. Desempeñan un rol específico dentro del sistema educativo. Es su obligación (laboral, contractual) cumplir con su función de transmitir los contenidos de su disciplina a los alumnos a los que ampara el derecho a la educación. Para eso están y ese es el motivo por el que reciben una remuneración económica. Lo demás, entra dentro del ámbito privado del personal docente.

Que sea verdad que, según dicen ustedes sobre una apreciación puramente subjetiva, no investiguen (acomodados como están en su funcionariado funcional) podría tener mucho que ver con el diseño de la jornada laboral del profesorado de secundaria. En la universidad, el profesor tiene repartida la jornada laboral en horas de docencia e investigación (esta última, cada vez más imposible pues se han aumentado las cargas de trabajo burocrático). Las horas de docencia universitaria son menos en comparación con las de ESO y  Bachillerato porque tienen una parte de su jornada, al menos formalmente, para la investigación. En la enseñanza media (el convenio de la educación privada aumenta todavía más las horas lectivas y de permanencia en el centro) el horario semanal del profesorado como funcionario se compone de 37,5 horas semanales que se desglosan en 30 h de obligada permanencia en el centro y 7,5h (de casa) para los deberes inherentes a la labor docente: preparación de clases, corrección de exámenes, etc. Las 30h de permanencia en el centro se desglosan en horario regular de 28 h equivalente a 30 periodos y horario no regular (claustro, evaluaciones, Consejo Escolar…) de 2 horas. Las 28 horas de horario regular se desglosan, con carácter general, en horario lectivo (con grupos de alumnos) de 20 periodos y horario complementario de 10 periodos (guardias, tutorías con padres, apoyo a Jefatura  de Estudios…) Es decir, la jornada se va sin contemplar ni un minuto a la investigación. A ello hay que sumar los diferentes cursos de formación que las comunidades autónomas exigen para la remuneración de trienios y sexenios que hay que realizar anualmente de forma obligatoria se quiere recibir ese complemento. Por no hablar de los problemas de toda índole y seriedad de los alumnos que, en función del grado de implicación de cada uno de los profesores, acaban llegando también al domicilio del docente. Aun así, gran parte del profesorado de enseñanzas medias realiza labores de investigación, elabora artículos, escribe libros, participa en eventos de carácter divulgativo en diferentes foros…todo ello, claro está, de forma totalmente altruista. Podría presentar una lista extensa, con nombres y apellidos, que pondría en entredicho esa afirmación que tiene más de opinión arbitraria que de argumento fundamentado.  Pero, los autores de este escrito exigen más al profesorado.

En fin, he leído y releído el artículo intentando encontrar algo de verdad en él y, francamente, no he dado con ella. Lo titulan “Contra la defensa (gremial) de la filosofía” pero, con ambigüedad pasmosa, la acaban medio defendiendo medio atacando si se contrapone a una defensa (la de verdad, la buena, la propia de los filósofos de pedigrí) de la Filosofía. Hay más opinión infundada que argumentación fundamentada. Hay, a mi modo de ver, más afán de aparecer, de aprovechar el escaparate, de fabricarse un espacio, de provocar, de llamar la atención, de irrumpir en la fiesta sin la invitación correspondiente, que de llegar hasta el final de lo que se sostiene. La cuestión es mucho más simple:

Para beneficio de todos, ¿Debe haber sistema educativo público y gratuito para todos? O bien respondemos sí o bien respondemos no. Yo digo sí. ¿Debe haber ética, filosofía e historia de la filosofía como un ciclo que abarque el último curso de la enseñanza obligatoria y los dos cursos del bachillerato? O sí o no. Yo, por beneficio de todos, digo sí. Solo habiendo este ciclo podremos discutir si se imparte de un modo u otro, si se incluyen unos contenidos y otros. Para discutir el modo de darse la filosofía, la filosofía debe darse dentro de los planes de estudio de ESO y Bachillerato. Todo lo demás, hueridad.


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